En el presente ensayo se ha analizado la importancia que
tenía las rutas prehispánicas en la antigüedad; sirvieron como piedra angular
para el establecimiento y consolidación de las grandes urbes del periodo
clásico, así también, durante el periodo posclásico, que antecede a la llegada
de los españoles, los nuevos grupos gobernantes ven como prioridad el
aprovechamiento de estas líneas de comunicación que permiten el libre flujo de
mercancías hacia su centro cultural, no obstante, el acaparamiento del imperio
mexica supondría la sujeción de los grupos y subgrupos chichimecas, de la mayor
parte de la región Mixteca, y el intento por controlar a la región Zapoteca.
Estas movilizaciones tenían como propósito
la apropiación y dominio total de las rutas comerciales más importantes
que conectaban a cualquier punto del país, en especial los que implicaban la
obtención de oro y piezas de la región Maya y de Centroamérica.
Durante la
llegada de los españoles a México, los viejos caminos contribuyeron a la
conquista y expansión de su poder. Me llama la atención, que en los lugares a
donde las rutas dejaban de ser terrestres y eran predominantemente acuáticas,
como la ruta que recorría todo el litoral de Oaxaca hasta Chiapas y
Centroamérica ni los españoles ni las
ordenes religiosas pusieron mucha importancia en su control.
El lector no
debe pasar por alto que la edificación de las iglesias fueron ubicadas cerca o
sobre el templo principal del altépetl
para demostración del control de las nuevas autoridades españolas, pero también
responden a un interés por parte de los caciques indígenas, que deseaban a
través de su ostentosidad demostrar de una forma indirecta demostrar su renombre
y la importancia del altépetl,
adicional a ello, podían conseguir beneficios por parte de los españoles,
quienes veían esta parafernalia con muy buenos ojos. Aquí se debe de aclarar
que el altépetl era una estructura político-social –religioso de origen nahua,
no obstante, esa misma estructura también era aplicable para las poblaciones de
Oaxaca.
Llama la
atención que la orden dominica no realizó un recorrido oficial fuera de la
ciudad de Antequera (Oaxaca) hasta 1538, casi diez años después de su llegada,
y su primer edificación fuera del Marquesado comenzó a erigirse hasta 1547
(Yanhuitlan). ¿A qué responde esa demora, cuando los Franciscanos a finales de
ese siglo ya habían construido la mayoría de los conventos de su orden en
México?
Desde la
llegada de los españoles a Oaxaca una sed de riquezas los acompañó. A pesar de
la accidentada geografía del estado, se afincaron en las principales cabeceras
indígenas, porque esto se traducía en una mayor acumulación de capital. No nos
extrañé que en el caso de los frailes, que siempre “fueron pocos, y muy raros
los conventos que albergaron a más de dos o tres”, también hubiesen puesto sus
ojos en una prosperidad económica, y por ello hayan tardado tanto en decidirse
a qué lugar deberían de trasladarse primero. La construcción de los conventos
más grandes, con excepción de los que hay en la capital del estado, tienen la
particularidad de estar ubicados en Yanhuitlán,
Teposcolula, Tamazulapan, Coixtlahuacan, y Nochixtlán; los pueblos productores
y comerciantes más importantes de la región Mixteca, adicional a ello, hay que
pensar que las condiciones del clima eran mucho mejores en esa zona que en la
región costa o istmo, lugar donde no hay tantas iglesias. Francisco de Burgoa
habla en sus geográficas descripciones de la fertilidad de las tierras. A
finales del siglo XVI quedaba patente la fortuna que había almacenado la
Iglesia; en un informe que Fray Bartolomé Ledesma presenta el 24 de Abril de
1598, sobre los bienes de la iglesia, hace un recuento de sus posesiones
“estancias de ganado mayor y menor con sus rentas anuales, las tierras, las
casas y tiendas de alquiler, molinos, plata y ornamentos de las sacristías, los
salarios de la Corona, las ofrendas de los indios, etc…” En una carta dirigida
al Consejo de Indias del Obispo, Dean y Cabildo de la Catedral de Antequera,
apunta a la desmedida ambición de los frailes de la orden dominica, lo cual
también apoya a mi teoría.
Los
religiosos dominicos del obispado y a su imitación los demás que no tienen
cargos de indio, olvidados de una Real Cédula, no sólo siguen comprando
haciendas y posesiones, sino que con más fuerza y publicidad toman las mejores
y más principales, de las cuales ni ellos ni sus colonos pagan diezmo…Y lo peor
del caso es que hay muchos religiosos que no sólo no ayudan ni persuaden a los
naturales a que paguen el diezmo que deban de las tres casas, antes afirman no
deberse a la Catedral sino a ellos que administran los santos sacramentos
Sin
duda no sólo las rutas prehispánicas jugaron un papel importante en la
conquista y evangelización de la población prehispánica, sin embargo, el
objetivo de esta investigación era hacer notar su relevancia y de qué forma
fueron utilizadas para el beneficio de los conquistadores y las órdenes religiosas.
Con respecto a la repercusión de las rutas en el
proceso de evangelización, he encontrado a partir del análisis realizado, una
similitud en la traza en la que están ubicados los principales conventos e
iglesias pertenecientes a la orden
dominica, con las poblaciones de mayor importancia para las relaciones
comerciales del México prehispánico.
Los
dominicos construyeron conventos en la región mixteca: Teutila, Tequixtepec,
Huajuapan de León, Tonalá, Igualtepec, Tecomaxtlahuaca, Juxtlahuaca, Tlaxiaco,
Tamazulapan, Coixtlahuaca, Tejupan, Teposcolula, Almoloyas*, Yanhuitlan,
Nochixtlan, Jaltepec, Tilantongo; en la región zapoteca: San Padro y Santo
Domingo en Oaxaca de Juárez, Huitzo, Canojos, San Idelfonso de Villa Alta, San
Pedro Etla, Tlalixtac, Cuilapan, Zaachila, Zimatlán, Santa Cruz de Mitepec,
Ocotlán, Minas, Chichicapan, Zegacche, Jalieza, Teitipac, Tlacochahuaya,
Teotitlan del Valle, Nejapa de Madero, Jalapa del Marquez, Tehuantepec,
Zanatepec; en la región Mixe: Choapan, Tontotepec, Juquila, Quetzaltepec; en la
región chontal: Quiechapa, Tequisistlán, Quiegolani, Tlapacaltepec*, en la
región huave: San Francisco del Mar. Lo
cual constituye geográficamente hablando, las
entradas naturales a Oaxaca y al territorio mixteco, usadas ya por los antiguos
mexicanos, para dirigirse a la región Zapoteca y a Centroamérica.
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